Para los adolescentes es muy importante parecerse a sus iguales. Entre los 12 y los 14 años comienzan a querer alejarse de sus padres, a sentir vergüenza cuando sus amigos les ven con ellos. Durante esta edad en la que no son niños pequeños, ni tampoco adultos, donde no saben quienes son, donde predomina el exceso de inconsciencia y el exceso de energía, son especialmente vulnerables a las presiones externas, tanto a la de sus iguales, como a la presión de la publicidad y de los medios de comunicación en general (televisión, redes sociales ). Es en esta etapa donde comienzan a salir con su grupo de amigos, en particular con salidas nocturnas, donde se premian entre ellos el consumo de alcohol como forma casi única de divertirse.
Víctimas de este hábito reforzado socialmente
Pero el problema es totalmente social, ellos son las víctimas de este hábito reforzado socialmente. El alcohol es la drogadicción más generalizada, que además abre las puertas al consumo de otras sustancias .
Factores de riesgo psicosocial
En diferentes estudios realizados sobre el consumo de alcohol en la adolescencia, se encontró que los factores de riesgo psicosocial que se relacionan con dicho consumo son: patrones inadecuados de educación sobre el comportamiento apropiado ante el alcohol, baja autoestima, nivel de información insuficiente con relación al consumo excesivo de alcohol y carencia de opciones recreativas para adolescentes.
La curiosidad y la presión social les incita a beber
Lo que les incita a iniciarse en la bebida es principalmente la curiosidad y la presión social. Y para más INRI prefieren las bebidas de alta graduación y por supuesto de la más pésima calidad ya que resulta barata y de fácil acceso.
El problema es realmente serio, y sin embargo muchos padres cierran los ojos ante este problema, sin ser conscientes del daño que provoca en los aún niños, con un cerebro en pleno desarrollo, cuyas secuelas pueden ser realmente nocivas.
La Edad Media de inicio al consumo de alcohol se sitúa en los 12,2 años
Cada vez son más los niños que empiezan a beber a los 12 años, situándose la edad media de inicio al alcohol a los 12,2 años, y a los 17 años consumen alcohol en dosis alarmantes el 85 por ciento de los adolescentes. Si tenemos en cuenta que una parte considerable de la mortalidad prematura en España se relaciona con el uso de sustancias adictivas, como son el tabaco, el alcohol y las drogas de uso ilegal, no podemos seguir tomando una actitud pasiva, obviando tanto los padres, como los educadores y la sociedad en general este problema. Cada vez se hace más necesaria una mayor educación y concienciación para la prevención del alcoholismo, en nuestros niños y adolescentes.
El consumo de alcohol junto con el consumo de cannabis se colocan en primer lugar como manera de entretenimiento y diversión entre los más jóvenes
Son muchos los adolescentes y jóvenes que dicen fumar marihuana y beber alcohol porque no tienen otra manera de pasar su tiempo libre, porque se aburren y porque así se relacionan mejor. Me sorprende como una gran mayoría piensan que si no beben ni fuman porros ahora que son jóvenes, cuando van a hacerlo. Sin tener ni una pizca de consciencia sobre las verdaderas consecuencias que este consumo tiene sobre su salud, su comportamiento y su personalidad, y como último extremo sobre su destino. No dejo de asombrarme cuando ellos mismos me cuentan estos argumentos. Son muchos los adolescentes que pasan por unos cuantos comas etílicos, como si nada. Yo me pregunto, pero ….¿qué estamos haciendo los adultos?
Podemos ayudarles a prevenir estas conductas destructivas
Una de las más efectivas vacunas para prevenir a nuestros hijos de estos hábitos tóxicos es fomentar en ellos una buena autoestima, informarles y dialogar con ellos todo lo posible. Explicarles que es normal sentir curiosidad por probar determinadas sustancias, pero que pueden esperar a ser un poco más mayores porque les hará menos daño, o que las prueben con nosotros que les podemos dar el apoyo que necesitan. También se hace necesario poner límites, la falta de dichos límites puede dar lugar a que los niños se sientan un tanto perdidos. Conocer personalmente a sus amigos y a los padres de éstos también es de gran utilidad. Que hagan algún deporte o actividad que les guste de tipo creativo también ayuda. Y por supuesto los padres podemos actuar como modelos de hábitos más saludables.