Creo y compruebo que cuando dedicamos tiempo y energía a algo en la vida, ya sea trabajo, familia, amigos o aficiones, nos sentimos felices si lo hacemos desde el sentir del corazón. Cuando partimos desde el «yo elijo» nos inunda una sensación de libertad y al mismo tiempo de compromiso. El problema radica en que se nos ha enseñado a hacer desde el «yo debería», desde la obligación, entonces nos sentimos esclavos de nosotros mismos y de los demás, cerramos nuestro corazón y enfermamos. Si ya es importante para nuestra vida lo que hacemos, aún lo es más la actitud que tomamos en ese hacer.
Me suelo recordar a mí misma que puesto que la vida está hecha de momentos, para qué perdernos el vivir con totalidad cada instante, siendo conscientes de que nunca más se repetirá. Para qué posponer para mañana un gesto amoroso si tal vez ya no existamos. Para qué cargar con tantas piedras pesadas, si cuando finalice el aliento de este breve viaje, regalo de la vida, no podremos llevarnos nada. Para qué vivir en el resentimiento del ayer que nos impide ver y vivir el hoy con plenitud y proyectar y atraer un precioso mañana.
¡ Cuánta energía gastamos cuando estamos inmersos en nuestros pensamientos negativos, en nuestros miedos paralizantes, encerrados en nuestras cárceles mentales! Sí, todo esto me lo recuerdo, se lo recuerdo a mis pacientes, porque así no se me olvida.
Todo lo que hacemos, pensamos y sentimos va haciendo un camino en la mente que rige nuestro cerebro y en nuestro cuerpo; camino que al repetirse de continuo nos condiciona creando hábitos, adicciones y nuestro propio destino. Y ¿ Por qué no desaprender lo que ya no nos sirve y aprender otros caminos más positivos y enriquecedores? Pero…¿realmente queremos? o preferimos «lo malo conocido», porque nos produce una sensación de comodidad, provocándonos beneficios secundarios de los que no somos ni queremos ser conscientes?
Cuentan de un sabio al que le preguntaron, «¿Cómo hace usted para estar siempre feliz?, y el contestó, » es muy sencillo, cada mañana cuando me despierto me pregunto, ¿ qué elijo hoy, la felicidad o la amargura? Y siempre elijo la felicidad.

IMG_1935-0.JPG

Entre la elección y la obligación
Etiquetado en:            

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.