Imaginaros la frenada de un coche que va a una alta velocidad y tiene que frenar de golpe ante un imprevisto. No se puede decir que sea una frenada fácil y sin riesgos. Hasta que el coche pare puede derrapar algo, poco o mucho. Para bastantes personas, las vacaciones suponen esa parada en seco de su vida acelerada y super estructurada, llena de horarios rígidos y hábitos fijos. La mayor parte de las familias, sobre todo cuando hay hijos, llevan todo el año una rutina de mucha actividad, ir al trabajo, llevar y traer niños al colegio y a actividades extra escolares, hacer compra, ir al gimnasio, cocinar, ayudar a sus hijos con los deberes, etc etc etc. Cada uno según la situación en la que viva tendrá sus rutinas particulares. Repentinamente al llegar las vacaciones cambian de golpe todos estos hábitos o gran parte de ellos. Como todo cambio necesita de una adaptación, cuando ya vamos adaptándonos, las vacaciones terminan, y llega el momento de adaptarnos de nuevo al ciclo anterior. Uuuuf. !

También es normal que al hacer esta parada en seco, nos encontremos con nosotros mismos, y no sepamos estar en ese encuentro, pudiendo sentir un gran vacío, unido a un bajón energético donde notamos el agotamiento que no habíamos tenido tiempo ni consciencia para sentirlo durante nuestra acelerada vida. Esto nos puede llevar a experimentar sentimientos de tristeza o ansiedad.

Así mismo, es frecuente durante el periodo de vacaciones no poder desconectar totalmente del trabajo, y continuar enganchados al móvil y al ordenador, con lo cual el cuerpo está en un lugar y la mente en otro. Osea, descentrados y divididos.

Algunas personas ponen unas expectativas muy altas para sus vacaciones, queriéndolas vivir tan intensamente que pueden sentir que están perdiendo el tiempo cuando paran y sentirse culpables por esa falta de actividad productiva. Tal vez por esta razón se preparan unas vacaciones agotadoras en plan turístico, donde tienen que visitar todo tipo de lugares, catedrales, museos, ríos y montañas, haciendo muchos km y volviendo a casa más cansados de lo que se fueron, necesitando, entonces, unas vacaciones para reponerse de las vacaciones.

Otros, normalmente los más jóvenes, escogen un lugar porque les parece atractivo e interesante, y sin embargo pasan las noches y parte de la mañana siguiente en las discotecas o pubs nocturnos, que son iguales que los que tienen en su pueblo o ciudad, tomando alcohol en exceso y el resto del día lo pasan durmiendo, hasta la siguiente noche en la que repiten lo mismo. Por supuesto siguen al cien por cien con sus móviles y las redes sociales, con lo que tampoco disfrutan del momento presente que están viviendo. Cuando vuelven están para el arrastre, pero como son jóvenes y piensan que no van a enfermar ni morir, y por naturaleza se suelen recuperar rápido, repiten lo mismo al año siguiente.

Podemos preguntarnos si son estas formas de vacaciones las que queremos. Y si no es así, ¿Qué necesitamos? ¿ Qué tipo de vacaciones nos satisfacen? ¿Qué podemos hacer realmente para descansar, desconectar y disfrutar? En función de nuestro presupuesto y nuestras necesidades podemos diseñar una etapa de vacaciones, realista, teniendo en cuenta qué factores facilitan nuestros objetivos. Estos variarán de una persona a otra, aunque tal vez todos necesitemos un poco de: contacto con la naturaleza, estar al aire libre, hacer ejercicio, disfrutar de la luz solar, estar con las personas con las que nos sentimos bien, comer sano, dormir lo suficiente, reírnos mucho, tomar pequeños periodos de descanso durante todo el año siempre que sea posible, y…. Qué cada cual vaya añadiendo……o reflexionando sobre sus verdaderas necesidades.

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Depresión y estrés vacacional.
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